Arrabal Fernando

¡SODOMÍSTICAS!

FERNANDO ARRABAL
6 DE AGOSTO DE 2001

Version espagnole

La publicación de las vidas sexuales de algunas señoritas (o de mamás con bambinos) ¿provoca un cursicaos? No olvidemos que Doña Singeko- Kubota- -inventó hace años el «vagine painting» gracias a un pincel plantado en sus entrañas. Ni tampoco que la universitaria Miss Annabel Chong, violada en su adolescencia por una docena de canallas, aspira hoy a romper récord ayuntándose con quinientos caballeros en menos de una noche y antes de que cante el gallo. Las sadomíticas o sodomísticas describen con pelos y señales lo gue ayer sólo detallaban fríamente los pecadores en los confesionarios o tórridamente los adolescentes en los cuarteles. Pretenden que lo pornopueril, de espaldas a la seducción y al deseo, lleva al éxtasis por pura repetición en una acumulación enhebrada de naderías.

Y, sin embargo, los hay que se asustan al grito de «por Europa merodea un espectro» …Y añaden temerosos «más que un espectro es un caos y no sólo obsesiona a Europa sino al resto del mundo». Son palabras maximalistas más que marxistas. El Génesis revela (I,1,2) que la tierra al principio de la creación sufrió un caos de ruido y furor. Unas líneas después (IV,1,1) nos dice que Adán y Eva no fornicaron banalmente como cualquier pareja animal hubiera podido hacerlo sino que se «conocieron». Seducidos se penetraron mutuamente con el pensamiento. ¡Sublime!

La Comunión de los Santos reconoce la unión de todos los creyentes en Dios. Este artículo de fe implica que los méritos y oraciones de unos aprovechan a todos. Una de estas escritoras cree que participando en «bacanales» comulgaba pornográficamente «hasta con ciento cincuenta hombres al ofrecerles…» las partes más íntimas de su cuerpo con mil amores. Otra, procurando «a cualquier hombre, sin discriminación, aquello de lo que a menudo carece… (se) considera como una asistenta social o una hermana de la caridad». Este programa de sesión continua sexual es tan clínico que, en efecto, conlleva el sacrificio del placer y del deseo de la celebranta.

Estas «memorias» son «anamnesis»: leyendas fabricadas por el paciente gracias a su propio pasado. La liturgia sitúa la anamnesis inmediatamente después de la consagración. A estas historietas sexuales de peripecias exponenciales, unos las condenan sin remisión como en su día anatematizaron los concilios, y otros las glorifican casi como los que alaban a Dios con himnos y te-deum. Porque el ser humano fue creado a la imagen y semejanza de Dios, es también inefable. La losa de la impudicia sólo tapa el vacío. La seducción se resiste a toda planificación.

La mujer bautizada es aquella a quién le ha sido administrado el primero de los siete sacramentos. Gracias a él se le borra el pecado original y beneficia de la gracia divina. Hasta que se suprimió el bautismo por inmersión la neófita era introducida tres veces desnuda en el agua. La mayoría de las amotinadas recibieron una educación piadosa y practicaron la religión de su familia durante la infancia. Afirma una de ellas: «Fui católica y soy de estatura media, ágil y flexible de manera que el desconocido me puede manejar desnuda como quiere… Cuando adopto la posición de la odalisca no puedo intervenir, como el animal que finge ser un objeto sin vida… Luego me identifico con la rana o el insecto, pateando…» Ya no le socava el cuerpo del labriego salvaje, sino que ahora la compañera («¡blancas colinas, muslos blancos!») ¿verifica todas las variantes con la frialdad del contable?

Los actos o ejercicios de devoción movilizan el espíritu con el fin de conducirlo hacia Dios. Los de San Ignacio de Loyola se llaman precisamente «espirituales». «Exercitus» para los latinos equivalía a practicar alguna acción atormentada o inquietamente. Una de estas estajanovistas dice que durante sus ejercicios sexuales «acaricia la cosa como si fuera un lagarto o un pájaro». Pero el deseo y el amor no surgen laboriosamente con la aglutinación de gestos canijos.

Alfa y Omega representan la totalidad. El «Señor Dios» del Apocalipsis se designa a Sí mismo por la letra que va delante y la que va detrás en el alfabeto griego. Cual alfa y omega, dos amigos de una de las levantiscas al mismo tiempo «por delante y por detrás a través de las entrañas (de ella) se sentían mutuamente». Abdicando a la inmortalidad del alma sólo podemos experimentar sin fronteras los tópicos sexuales de la miseria humana.

La sumisión estricta es la observación y cumplimiento de la norma por los fieles sometidos voluntariamente a las reglas religiosas. Una de las memorialistas asegura que es «dócil pero no por sumisión masoquista sino por indiferencia al uso que se hace de (mi) cuerpo». Los «Jurassic Park» del sexo crean la ilusión sin seducción de la realidad ¡en vivo!

El celo proselitista desplegado por el neo-converso para compartir su fe no lo conoce la buena moza de estos apiñamientos. «Nunca escondo ni la extensión ni el eclecticismo de mi vida sexual… pero jamás practiqué la provocación y aún menos el proselitismo de la fornicación». Para los griegos el «proselutos» era el pagano convertido al monoteísmo. Para los latinos fornicar era la acción de abovedar porque «fornix» era el horno o la bóveda bajo los cuales las prostitutas romanas ejercían su profesión. Los creyentes transformaron la palabra en «pecado de la carne». Sin fantasmas ni peligros, cuando podemos hacerlo todo es porque no podemos hacer nada.

La escatología es el futuro maravilloso, las postrimerías del hombre en el camino de su salvación. Pero también es el tratado relativo a los excrementos. Una de las amanuenses afirma que le gustaba «actuar como una perra en celo: nunca me asqueó nada mientras titilaba con la lengua. Me decía yo misma: “Es nauseabundo… ¡qué bueno!”». La ablución purifica al espíritu lavándose uno y persignarse con agua bendita es una ablución simbólica. Otra memorialista confiesa que «un hombre se servía de mi boca abierta como si me administrara la comunión… No me parecía humillante sentirme rociada con líquido tan asqueroso». Los derechos del hombre exigen la información completa del ciudadano, por ello las confesantes públicas no guardan ningún secreto. Los excrementos de sus ventas ¿les permitirán alzar una torre de oro para orar?

Una de estas sacerdotisas de orgías multitudinarias cuenta que mientras cenaba con amigos, de pronto un desconocido le «acarició la muñeca con el dorso de su índice… Este gesto fue tan inesperado, inhabitual y delicioso que… le seguí a su estudio. Por la mañana me preguntó “¿con quién te acuestas?” respondí “con la mar de gente” Y dijo “me cachis! estoy enamorándome de una chica que se acuesta con la mar de gente”». Se casaron y vivieron felices. Mientras el puritano americano comentó estúpidamente: «Prostituta ¿o mujer liberada? ¡To close to call!». En verdad estas escribientas tratan de inscribir en el repertorio de estadísticas lo que pertenece al sueño.

Con una de estas campeonas todo terreno, tan inteligente como discreta, y con su marido, me reúno a menudo en el P. Pasolini e incluso no hace mucho estuvimos en Hungría. Pensé un día en Budapest que eliminada la imaginación y el deseo aparece, frígido, el mecanismo de la auscultación sistemática. Perdido el peligro, sólo queda el protocolo de la transgresión: para celebrar la rebelión húngara, decidí… ¡serrar un tanque soviético!