Arrabal Fernando

LAS HURÍES Y LA VACA

FERNANDO ARRABAL
3 DE NOVIEMBRE DE 2001

Version espagnole

El Corán es la forma perfecta de la Palabra divina para los creyentes. Pero ¿qué opina la mayoría de entre ellos, es decir las mujeres? ¿Piensa como la minoría- -los hombres-?

El Corán es la réplica del arquetipo celeste revelado por Dios. Esta revelación ¿la recibe de la misma manera la mujer- «inferior» -que el hombre- -el cual «es preeminente»-? Desde «La Vaca», (segundo capítulo- «sura» – del Corán y penúltima línea del versículo – «aya»- 228) el Libro afirma que «los hombres son superiores a las mujeres» y confirma acto seguido que «Dios es todopoderoso y justo».

El Corán toma su nombre del verbo «q- r» que significa lectura o recitación. Consta de 114 capítulos que comienzan- -salvo el noveno- -por la invocación «En nombre de Dios/ que imparte misericordia/ el Misericordioso» ¿Se sienten excluidas de esta misericordia la mayoría- -las mujeres-? ¿Se creen impuras por tener, por ejemplo, periódicamente el «mes»? El Libro previene (capítulo II, versículo 222, líneas 4 y 5) contra la menstruación: «Es un mal./ Manteneos alejados de las mujeres durante su menstruación;/ no aproximarlas mientras no estén puras».

El Corán es un texto venerable con una idea fundamental: todas las criaturas provienen de Dios y todas volverán a Él en tanto que Juez y Remunerador supremo. La mayoría- -las mujeres- ¿temen ser juzgadas no como criaturas, sino como «surcos» (de reserva) para, la minoría masculina? El Libro garantiza al creyente que sus (capítulo II, versículo 232, primera línea) «mujeres son para ti un campo de labranza».

El Corán es el mensaje sagrado transmitido al Profeta de forma inimitable, constituyendo en sí mismo un milagro. La mayoría- -las mujeres- ¿se siente frustrada de este milagro? ¿se pregunta por qué el hombre reduce a la mujer aun reconociendo que «Dios no tiene rivales» (II, 23, 6) Sin embargo, el Libro enseña que un hombre vale por dos mujeres a la hora de testimoniar: (II, 282, 17) «si no hallas dos hombres,/ elige a un hombre y dos mujeres».

El Corán es el magisterio divino conservado en el cielo desde la eternidad en la Mesa Escondida (LXXXV, 22) y revelado a todos los creyentes individualmente, uno a uno. La mayoría- -las mujeres- ¿qué piensa del grupo familiar de hembras al servicio de un macho único? El Libro recomienda a los hombres: (IV, 3, 3,4 y 7) «Desposaros, siguiendo vuestro buen parecer,/ con dos, tres o cuatro mujeres./ … o con vuestros botines de guerra», es decir con concubinas, sin restricción.

El Corán es el dictado sobrenatural que recibe y transmite el Profeta habitado por la inspiración. Si la mayoría -las mujeres- pudiera decidir su forma de vida ¿optaría por la sumisión definitiva al hombre? El Libro (IV, 12, 5) pide al marido que «encierre a la culpable hasta su muerte».

 

Obnubilados por los

derechos del hombre

¿olvidamos los de la

mujer aherrojada

sistemáticamente durante

toda su vida?

 

El Corán es la réplica en lengua árabe diáfana (XVI, 195) de la «incambiable Madre del Libro» que está en los cielos. Si la mayoría -las mujeres- tuviera la posibilidad de opinar ¿consentirían a ser permutadas (cual camellas) por otra esposa y víctima? El Libro explica (IV, 20, 1 A 4) cómo llevar a cabo esta operación «si quieres cambiar una de tus esposas por otra».

El Corán muestra «el camino recto» y enseña a los mortales los preceptos de la Religión Perfecta. La mayoría -las mujeres- ¿acepta que el hombre con el que conviven tenga el derecho de maltratarlas o azotarlas? El Libro asegura que (IV, 34, 1) «los hombres gozan de la autoridad sobre las mujeres/ en virtud de la preferencia/ que Dios les ha concedido sobre ellas»; recomienda: «amonéstalas si temes su infelidad, enciérralas en habitaciones aparte y pégalas» y precisa que se les debe administrar «cien latigazos. Sin usar indulgencia alguna».

El Corán enseña a todas las criaturas la «Religión de la Sumisión a Dios que conduce al Paraíso»: el Islam. La mayoría -las mujeres- ¿cree en un paraíso exclusivo para caballeros donde los maridos, con los demás hombres, serán colmados por toda clase de delicias? El Libro afirma la existencia de un Jardín Paradisíaco donde los hombres dispondrán de «jóvenes efebos a su servicio… parecidos a perlas escondidas (LII, 24) y donde comerán y beberán en paz tumbados en «lechos bien alineados» (LII, 20). «Tendrán por esposas Huríes con grandes ojos» (LVI, 23,34 y 35) y «se reposarán en camas elevadas./ Somos nosotros en verdad los que hemos creado las Huríes de una forma perfecta/ Las hemos hecho vírgenes,/ enamoradas y de constante juventud».

El Corán y la literartura post-coránica describen a esta maravilla celeste, aunque de carne y hueso. Son vírgenes «a las que ningún hombre ha tocado» antes de recibir al justo. Tienen los ojos muy negros y la tez blanquísima. Se llaman precisamente huríes (plural de «haxra» femenino de «ahwar») que significa las blancas. Cada una luce en su pecho derecho el nombre de Alá y en el izquierdo el de su esposo en el Paraíso, y es tan bella y pura que «si escupiese desde el cielo sobre la tierra su saliva se convertiría en mares de perfume y almizcle». Un gran número de entre ellas se ponen al servicio del novicio desde el instante en que entra en el Paraíso. El bienaventurado cohabita con todas y cada una de ellas tantas veces como ayunó durante el Ramadán. Los kamikazes tienen crédito abierto.

El Corán nos enseña que (II,115,1) «Oriente y Occidente pertenecen a Dios./ Hacia cualquier lado donde nos volvemos allí está la faz de Dios». La mayoría -las mujeres- ¿piensan que, lejos de contemplar la divinidad, se ahogan bajo preceptos aún más sofocantes que una «burka»? Obnubilados por los derechos del hombre ¿olvidamos los de la mujer aherrojada sistemáticamente durante toda su vida? La mayoría- -las mujeres- ¿forma el eslabón frágil por donde se romperá la cadena fundamentalista que ha construido la minoría -los hombres-? «Alif, Lam, Mim».