Aparicio ha resucitado para escribir el editorial de hoy de EL PAIS estaría tan cerca de la verdad como el redactor de este texto al atribuirme un paralelo con los que canonizan a Hitler o a Franco. Aparicio, amén de exigir que se me castrara, pidió que me quedara en París, donde, según él, podía seguir « epatando » a los extranjeros. Les escribo este telegrama con inmensa pena.